Lima despierta desde muy temprano bajo su cielo gris contaminado, la vida y lo minutos corren demasiado rápido, los trabajadores son cohetes humanos rumbo al bendito trabajo, algunos se descuidan tanto su salud, su nutrición por cumplir una presión esclavizada extra normal, la congestión vehicular es algo cotidiano a cualquier hora y los insultos pasan directos de generación en generación. El trabajador es la quinta rueda del coche en un sistema que premia la avaricia y perpetúa los abismos, engorda los bolsillos de los más egoístas que se benefician del lucro. ¿Cuándo fue que los trabajadores perdieron su autoestima y se creyeron el cuento de que el sistema les hacía un favor empleándolos? Se pregunta César Hildebrandt, sería bueno saber dónde empezó esa desagracia y cómo fue que la sumisión se hizo virtud. Hoy, mi billetera fue consumida totalmente, devorada, aniquilada, perdida, hundida en el mar del consumismo en todo el sentido de la palabra. La clase media ha desaparecido comida por la incompetencia de los políticos y la ceguera civil de la clase dominante, lo muy cierto de ese último renglón es que Lima tiene extremísimos muy notorios y nadie dice o hace nada, es una capital de ricos y miseria extrema. Cuando uno llega del norte o del sur pasando por todos los suburbios marginados se da cuenta – a menos que sea un indiferente– toda la miseria que los que pueden vivir normalmente, los que tienen mucho capital, como la pequeña burguesía limeña, son censalmente ricos. Exacto, censalmente ricos dentro de una clase media como fracaso demográfico en todo el Perú.
Si consultamos algunas fuentes, nos encontramos con novedades no tan nuevas a nuestra realidad en estos días. Nos remontaremos a los años 60’s limeños, en este caso el poeta Sebastián Salazar Bondy dice así: ‘’El caos civil, producido por la famélica concurrencia urbana de cancerosa celeridad, se ha constituido, gracias al vórtice capitalino, en un ideal (…). El embotellamiento de vehículos en el centro y las avenidas, la ruda competencia de buhoneros y mendigos, las fatigadas colas de incapaces medios de transportes, la crisis del alojamiento, los aniegos debido a las tuberías que estallan, el imperfecto tejido telefónico que ejerce la neurosis, todo es obra de la improvisación y la malicia’’ hace aproximadamente 50 años lo dijo Bondy, si siguiera vivo que cosas más podría decir acerca de esa cruel realidad.
Vamos por partes, primero caos civil, toda la gente vive agitada, presionada por cumplir el trabajo que el reloj es su más íntimo amigo y a su vez el peor enemigo. Este caos viene acompañado de un frío ambiente que el egoísmo en su máxima expresión puede manifestarse, nadie ayuda a nadie si pides ayuda por algún lado sales más desilusionado que cuando pediste el favor.Segundo, va de la mano el embotellamiento de vehículos y las fatigadas colas de los incapaces, como por ejemplo de los miles casos puedo mencionar la avenida Gonzales Prada o Arequipa es un infierno para las personas que odian el bullicio automovilístico como yo.
Tercero, la crisis del alojamiento, casi todos los hoteles por más malo que sea están ocupados y la calidad del servicio es muy mediocre, no quiero mencionar ejemplos ya que no quiero recordar las malas experiencias. Estos 3 ítems tomados por Bondy, por mencionar algunos, tendría que añadir: La gran masa publicitaria que mueve la capital es impresionante, todas sus manipulaciones engañosas para caer en su círculo vicioso de capitalismo, es, repito, impresionante. Si amo a mi novia tengo la obligación de comprarle un plasma de 42 pulgadas y endeudarme pagando con mi tarjeta CMR (banco Falabella) eso sería hacerle un gran favor a las tarjetas de crédito ya que para eso existen y a la publicidad mediática. Felizmente que mi novia no es materialista, ni se cree el cuento chino de las grandes compras para llenar ese vacío existencial. Tengo unas ganas de ir corriendo a esas empresas chilenas y gritarles: Porque no se van, no se van del país, no somos sus prisioneros.
La boheme et paroles, febrero del 2012