
En 1931, Coca – Cola le da su actual aspecto comercial (alto, más gordinflón, simpático, bonachón, de ojos pícaros, chispeantes y amigables con el pelo cano, barba y bigote bancos sedosos), precisamente para una campaña netamente publicitaria, la vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco de la compañía pero la forma fue más elegante y lujosa, esto fue encargado por el ilustrador Haddom Sundblom, quien remodela al Santa Claus de Nast. Pero esto es solo publicidad que impone EE.UU. La verdadera inspiración radica en Turquía, una ciudad romana, donde un joven llamado Nicolás da origen a todo. Nicolás de Bari nace cerca del año 280 en Patara, una ciudad del distrito de Licia, en la actual Turquía. Desde muchacho a raíz de la prematura muerte de sus padres por la peste europea de la época, regala sus bienes entre lo más necesitados, entra como sacerdote a la temprana edad de 19 años. Su fama de repartidor de regalos fue influenciada en la anécdota con un pobre hombre, padre de tres hijas y al no poder casarlas Nicolás entra por una chimenea y pone oro dentro de las medias de las muchachas que colgaban en la chimenea para secarse. A fines del siglo XIX y principios del XX la costumbre del San Nicolás fue reinventado en Nueva York, y se extiende por toda Europa hasta llegar a nuestros pueblos con una creación comercial estadounidense.
Inventar la navidad, Santa Claus –bajo el pretexto del nacimiento de Jesús-, es algo que los cristianos deben recordar que en su sagrado libro no existe nada de eso, ni celebrar fiestas patronales en los distintos pueblos, adorando a un sin número de vírgenes, crear procesiones, inventar misas (habladas y más pago si son cantadas), y entre otras cosas forman una serie de rituales para hacer negocio.
Es por ello, que la navidad se ha convertido en una fiesta pagana, de fingir felicidad y unión familiar; como muchos otros acontecimientos espirituales. Si los cristianos quieren celebrar su navidad, que sea sin falsos regalos (robotizados y a pilas), sin Papá Noeles (lo peor es ver Mamá Noeles), sin renos (ahora tienen varios nombre como Rodolfo), sin chocolate calientes (estamos en verano), sin el consumismo exagerado del panetón (lleno de grasa y ahora hay de chocolate), del pavo (criado artificialmente), las luces (Hindrandina hace su agosto), y ropa descartables (con descuentos para vender más) que te ofrecen las grandes tiendas por departamento.
Los que celebran la navidad, deben tener en cuenta este materialismo ya que estarían perdiendo su esencia, ahora en estos tiempos, se ha convertido en un mero evento frívolo y mundano. Y a decir verdad, lo que más hablan de navidad y del nacimiento de Jesús en las calles son los que usan para vender sus productos comerciales. Respeto los dogmas católicos –fui criado bajo esa modalidad- pero no se debe faltar el respeto con ese aprovechamiento, por eso estoy en contra de esa falsa navidad. Que la nueva navidad sea una oportunidad de reflexión de nuestras vidas, para corregir los errores que hemos hecho en todo el año que se va, y corregir nuestros defectos para que cada día seamos mejores personas útiles para una sociedad que cada vez cae en su lucha de justicia, igualdad y prosperidad.