Nunca llueve eternamente.

A veces poeta, dramaturgo, guionista, cineasta, pero tristemente humano.

Travis Bickle, a taxi driver from New York

MARTIN SCORSESE (1976)

Tenía la necesidad de escribir sobre esta joya del cine, mientras escucho la majestuosa composición Bernard Herrmann extraído del soundtrack de ''Taxi Driver''. La historia de Travis Bickle (Robert de Niro) es muy profunda vista desde el perfil psicológico del personaje, un hombre que proyecta sobre el exterior su desorden interior que ha provocado reacciones de identificación, de adhesión inmediata con el papel (me incluyo) y literal con el personaje hasta su sangrienta locura.

Robert de Niro tuvo que trabajar un mes como taxista para poder sentir su papel, así mismo, el guionista del filme tuvo que escribir la historia con un arma sobre la mesa para inspirarse con la trama y trajo consigo una película de culto. No tengo problemas en afirmar que ''Taxi Driver'' está dentro de mi top 5 de películas favoritas y la marca personal que me ha dejado sobre la visión de cómo hacer una obra de arte audiovisual me deja satisfecho. No es para menos, esa misma influencia cinematográfica es evidente: muchas películas imitan el modelo narrativo de Martín Scorsese y Paul Schrader. Por nombrar un ejemplo, el monólogo
interior de Travis: ¿Estás hablando conmigo?, fue copiado en el filme francés ''La haine'' de Mathieu Kassovitz (1995). Es de esperar que una obra de inmensa talla puede repercutir en la sociedad, años más tarde después de su estreno una persona obsesionada con el rol de Travis Bickle y enamorado del personaje de Iris (Jodie Foster) llevó a cabo lo que Robert de Niro no consigue con su personaje, ni con el mismo guión; trató de matar a un político. Ronald Reagan casi fue matado por un fanático, logrando así el famoso atentado contra el presidente de Estados Unidos. Y es que en el mundo del cine a menudo nos vemos abocados a comparar el universo mental de alguien con una realidad objetiva y concreta ¿cómo podríamos distanciarnos de un personaje lastimoso e inmaduro, sobre todo cuando un actor genial nos lo hace tan real? Me pregunto cómo se debió sentir Dustin Hoffman al rechazar el papel principal de Travis, y que unos años después se lamente a más no poder su errada decisión, pero, me preguntó una vez mas: ¿Qué hubiera sido de ''Taxi Driver'' sin Robert de Niro?
Martín Scorsese cuenta en alguna ocasión asistió al estrena de su obra maestra y en la sala de cine todo el mundo gritaba durante la escena del ''ajuste de cuentas''. Durante el rodaje, en absoluto tuvo la intención de que el público reaccionara de aquella manera gritando a los cuatro vientos: Mátalos. La intención era crear una catarsis violenta para que gritara: Mátalos, y que luego dijeran: Ay no, Dios mío. Existe pues, la genialidad del director y del guionista para suscitar una reflexión a partir de la película, inquietar, revelar, y todo lo que consigue con el enfermizo mundo de la obra. Dentro de ese mundo, la ilustración en imágenes de la soledad que conlleva el filme es bien notoria. El personaje se presenta como un ''voyeur'', un voyerista socializado, que todo lo ve y que todo lo observa desde su taxi amarillo. Situación y metáfora del taxi-soledad, es a mi parecer una pantalla delante dentro de la misma perspectiva más insidiosa y turbadora del taxi como dispositivo voyerista.

¿Y a qué se debe el origen de mi humilde crítica? Cada vez que la vuelvo a ver, vuelvo a quedarme boquiabierto de admiración ante la interpretación de Robert de Niro, el guión extremadamente intenso de Paul Schrader, la dirección magistral de Martin Scorsese, la fuerza trágica de Bernard Herrman, y por último, el éxito excepcional de todo el conjunto que hace de ''Taxi Driver'' nos haga sentir complacidos e incómodos por momentos ya que en ella nadie es adulto. Y, al mismo tiempo nos asusta la inmadurez generalizada que ilustra la película, de la que habla; y nos preguntamos si ya ha existido en la historia un arte como el cine, capaz de combinar tan implecablemente, todos los oficios del talento, de gusto artístico y de la belleza, con (el algunos casos como éste, por supuesto) ese toque de calificar a un filme como una obra de clase superior que no hace nada más que confirmar mi amor latente por el cine, en especial, por aquella sensación que te deja al terminar de ver una película y recordarla siempre cada vez que escuchas el soundtrack como en un sueño despierto.