Nunca llueve eternamente.

A veces poeta, dramaturgo, guionista, cineasta, pero tristemente humano.

El biopic de Carlos Alcántara ''Asu mare''

Hoy fui a ver el mencionado filme nacional. Daré la razón a Martha Hildebrant, el taquillero nombre comercial va contra toda regla gramatical española. ''La falta de cultura en la juventud es espantosa y yo no me espanto del lenguaje popular, porque es “Pasu madre”, que a su vez es “Para su madre'', aclaró la lingüista.

El cine promedio peruano es un cine que desde mi punto de vista narrativo, tiene sus plot points, tiene su punto medio, su anagnórisis, su clímax; en otras palabras, cada diez minutos o menos el espectador está sumergido a una secuencia de palabras vulgares -esto lo tiene muy en claro los creadores de ''Asu mare''. El espectador está constantemente estimulado por ese giro, y se acostumbra a digerir. De manera que si un filme nacional no maneja ese modelo narrativo, ni estilístico sino, que de lo contrario, el público normalmente va a rechazarlo porque no es a lo que está acostumbrado. Es una lástima, es el facilismo del humor. Cada vez que el protagonista principal ''Cachín'' contaba una anécdota acompañada de un lenguaje soez, sus gags eran éxitos rotundos. Esto se asemeja a nuestra televisión mediocre, tranquilamente encaja en el mismo saco negro de la serie ''Al fondo hay sitio''. Es una pena también, el simple hecho que la taquillera película sea todo un ejemplo a seguir. Nuestro cine está en decadencia hace mucho tiempo, está muerto, sigue sin evolucionar. Sin esa cuota de creación visionaria, de fantasía, de genialidad. Hay tan poca imaginación que un BIOPIC sacado de un stand up, ha sido el filme peruano más exitoso, batiendo récord a nivel nacional. Esto es preocupante, una autobiografía con un buen manejo de marketing hasta el tuétano refleja la limitación imaginación de los directores y productores que apuestan por ese tipo de cine.
Basándonos en Noam Chomsky,  el rebaño desconcertado que aplaude la película ''Asu mare'', no es nada más que afirmar el mismo público objetivo al que va dirigido. Es equivalente a la masa de ovejas que ven ''Combate'', ''Al fondo hay sitio'', ''Esto es guerra'', entre otros. Y, al parecer el control de los medios de comunicación supera con creces mis expectativas. Nunca había visto colas tan largas para entrar a ver un filme de producto peruano. ¿Cuándo se jodió nuestro cine? ¿Cuándo dejó de existir buen cine en nuestra ciudad? ¿Cuántas semanas más estará en cartelera ''Asu mare''? ¿Tiene sentido programar cine de calidad en una ciudad que tiene -o tuvo- el título de ''capital de la cultura''? Hace poco llegaron dos filmes de gran factura, pero no tuvieron la misma suerte mediática que la película del showman Carlos Alcántara. Lincoln, de Steven Spielberg, merecedor al premio de la Academia en la categoría de mejor actor, protagonizado por Daniel Day-Lewis y la otra el filme que mantiene vivo la memoria del maestro del suspenso Alfred Hitchcock, protagonizado por oro ganador de la Academia con premio al mejor actor Anthony Hopkins. A estas películas el circuito comercial no encontró mejor salida que lanzarlo a loas 2 de la tarde: horario surrealista para ir al cine y fueron sacadas rápidamente de la cartelera.
La palabra exacta ante el fenómeno de ''Asu mare'' se llama Marketing. Pero, de eso trata: de descubrir y satisfacer las necesidades de un grupo de consumidores. Es atroz que este tipo de consumidores predomine en mi querido país. Datos para la anécdota, más de 35 mil entradas antes de su estreno, según los medio supera las cifras logradas por las supertaquilleras Harry Potter, Star Wars, La era del hielo, Avatar, entre otras.

La gran demanda que viene acompañado este paquete, que por cierto, ha generado unas jugosas ganancias para los productores del mencionado filme, poco usual para una película peruana, abre la pregunta sobre si estamos ante un despertar del cine nacional o se trata de un caso aislado por un personaje popular y harta dosis de marketing; se pregunta Luis Quintanilla.

Para finalizar, debo decir que me sentí fulminado por la agresiva publicidad de la cerveza Brahma y de la gaseosa Inca Cola; la pregunta del millón... ¿Esas empresas que no son peruanas, en verdad, apoyan justamente al cine peruano? O, sólo esperan coger una tajada redonda del éxito publicitario del filme.