Nunca llueve eternamente.

A veces poeta, dramaturgo, guionista, cineasta, pero tristemente humano.

"Fontana de ideas" por la revista cultural Kawsay



Entrevista por Xiomara Robles Rodríguez.

Jefferson Arcila es escritor ,poeta y  cineasta. Conversamos sobre su vida, la poesía, la cinematografía, sus obras y el arte.

¿Desde cuándo comenzó tu gusto por la literatura?
Mi  gusto  por  la  literatura  surge  un  poco  tarde. Al  principio,  yo  quería  ser  deportista (futbolista). Quizás no estaba muy enfocado al llevar el lado artístico, pero, de pronto, por la presión social y familiar, me refugié en el arte como  escapatoria para  poder expresar lo que sentía. Y el arte, para mí, fue mi salvación. El  arte  como  autoconocimiento. Quizás  tenía  un "yo"  que  desconocía, un "yo" que estaba inexplorado aún. El primer libro de poesía que me cambió toda mi óptica fue "Las flores del mal" de Charles Baudelaire, un poeta maldito.

                                                                                    ¿La poesía se escribe o se vive?
—La  poesía  es  vivencial.  Si es que yo no siento algo no puedo escribir.  Sería  algo vacío.  Si es que no vivo no puedo escribir de algo que desconozco.

Muchos de tus textos evocan vivencias personales, ¿a qué se debe esto?
—Tengo,  en  cierta  manera, varios huecos o carencias afectivas. 

A  los  9 aproximadamente años  perdí  a  mi madre. Entonces, busco en mis poemas a esta mujer idealizada. El amor, quizás no lo tuve. Siempre parto de mí para poder llegar al otro. Dentro de mi "yo" personal me desconstruyo para poder dar una visión óptica  de  lo  que  quiero  expresar.

En una entrevista mencionaste que “pocas veces escribías sobre cosas alegres”.
—Justamente, como es algo netamente  vivencial  y  biográfico: los ojos que yo viví en mi infancia  es  una  visión  -quizá no conocía mi realidad-  algo normal o algo alegre. Pero ver mi infancia, mi vida,  con  ojos  de  adulto  es  recordar lo que no sentía en ese momento. Es algo melancólico. Algo que viene de la tristeza  que yo, en ese momento, no lo experimentaba pero ahora lo comprendo con mayor madurez.

¿Cómo así te involucraste en el mundo cinematográfico?
—Quizás la poesía me quedaba un poco corta, quería estudiar un poco más y dije: ¿Por qué no, de lo que yo siento, de lo que percibo de mi realidad lo puedo trasformar de textos a imágenes? Porque el cine es una historia  contada  en  movimientos secuenciales, fotogramas en movimientos. Quise tener uno nuevo camino para autoconocerme  y  la  cinematografía me llevó a ello. Sentí la necesidad de comunicarme más y hasta ahora lo siento así.

¿Cómo es ese paso, de la parte narrativa o la visual?
—Cuando  yo  escribo  un guion  dejo  de  ser  Jefferson.  Y soy Juan (un personaje). Una  de  las  cosas que  he  aprendido:  -porque he  estudiado  actuación- para poder escribir un guion tienes  que  meterte  en el personaje,  dejar  de  ser  tú para ser el otro. Para eso yo tengo  que  haber  leído  muchas  obras literarias  que  han sido  llevadas  al  cine  para poder estudiar cómo es ese quiebre de un texto literario a un guión cinematográfico. Porque son dos lenguajes  distintos.  Tuve que  ver  muchas  películas, leer  muchos libros.  Porque para poder escribir, hay que leer y, para poder hacer cine, hay que ver muchas películas.

Eres poeta, dramaturgo, cineasta. ¿En qué faceta te sientes más cómodo?
—Para  mí,  la  poesía  y el  cine  son  entes iguales. Yo  tengo una bigamia con el arte. Tanto como con la poesía y el cine. Para mí son artes sagrados. La poesía es la búsqueda de la belleza absoluta, del autoconocimiento. Y el cine, también. Yo estoy en contra, por ejemplo, del cine comercial de Hollywood. Te vende taquilleras pero el contenido  es  nefasto, no transciende en una reflexión.  Entonces, una  película  que  te  dé  una imagen,  una escena  y  que perdure en tu memoria con el tiempo: eso para mí es el arte en el cine, al igual que un poema o un verso te toque el Alma y sientas la sensibilidad, esa sensación que los amantes del arte saben reconocer.


REVISTA CULTURAL KAWSAY.
Cierre del año 2016.