Nunca llueve eternamente.

A veces poeta, dramaturgo, guionista, cineasta, pero tristemente humano.

El libro rojo

“A la segunda noche llamé a mi alma y le dije: -“Estoy cansado alma mía, demasiado duró mi andar, la búsqueda de mi fuera de mí. Ahora he atravesado las cosas y te encontré a ti detrás de todo, sin embargo en mi odisea a través de las cosas descubrí humanidad y mundo. He encontrado hombres y a ti alma mía te reencontré primero en la imagen que está en el hombre y luego en ti misma. Te encontré allí donde menos te esperaba. Allí ascendiste a mí desde una fosa oscura. Te habías anunciado por anticipado en mis sueños, ellos ardían en mi corazón y me empujaban a todo lo más atrevido y audaz, me forzaron a ascender por sobre mí mismo. Tú me hiciste ver verdades de las cuales yo antes nada entreveía, me hiciste recorrer caminos cuya infinita longitud me hubiera asustado si el saber sobre ellos no hubiera estado guardado en ti".


Carl Gustav Jung.

Conversaciones entre Jung, la simbología, la alquimia y su alma, en este extracto de su obra que no he parado de leerlo desde que llegó a mi manos. Un libro rojo que Jung mantuvo guardado, casi escondido, de sus lectores y de los especialistas durante muchos años. En este libro Jung escribe y dibuja las visiones que lo sacudieron durante años de crisis, que era también la crisis no solamente personal, sino la crisis de todo un continente y de toda una civilización. Estamos hablando de la Primera Guerra Mundial. El psicoanalista suizo se acerca a su alma, le habla, convive con ella; pero él es superior a su misma alma. Yo diría que mi alma es superior en todos los sentidos, y que trato de generar conciencia a través de ella en esa búsqueda de una belleza nueva creativa. Interesante debate para acompañar mis largas jornadas de lectura a medianoche.