Nunca llueve eternamente.

A veces poeta, dramaturgo, guionista, cineasta, pero tristemente humano.

Vaso vacío de agua


Hacia dónde va la respiración
que grita en el silencio.
Usted no sabe cuánto
pesa el sudor
de una cicatriz
de una ampolla
de un sueño.

Tiempo en que el día
vuelve a nacer, entre sus luces
cubre mi llanto... sin olvidar
el hígado destrozado
el nervio inflamado
el intestino acecha a la espera.

De día a día, de noche a noche
mirar o no mirar, tomar o no tomar
pidiendo auxilio
al vaso vacío de agua.

El cuerpo padece como un
casto violín desparramado
porque es la octava nota
de mi sangre
de mi llaga
de mi cosmos

Hay una silla vacía que me mira
desde todos los ángulos oscuros
me cuida desde el cerebro
hasta el ojo legañoso. 

No le pidas paciencia
al vaso ni a la silla...
que las ojeras se oscurecen más
que las gotas violetas hierven el rostro
que puede que sea contagioso
que el dolor se infla en el
pentagrama sinfónico de un cuento sinfín.

Debe comprender también
que si llenas el vaso vacío,
me verás (si es que sigo ahí)
dormido entre dormido
sobre la cama de madera.

Trapos musgosos que cubren
mi ser y mi sexo entre huesos
con sedientas palpitaciones de
mis manos
mis dedos
mis yemas.

Todo lo sufrido en el tiempo,
luz en el alma, luz en el cielo.