Nunca llueve eternamente.

A veces poeta, dramaturgo, guionista, cineasta, pero tristemente humano.

El cine de la posmodernidad


Si bien es cierto, en la época del siglo XXI, el público cinematográfico es muy exigente. Los géneros de animación, de fantasía, de superhéroes, han tomado por asalto las taquillas del cine comercial. Esto con el propósito de extender la producción del cine digital se da la gran transformación del cine hollywoodense y del consumo cultural a causa de la digitalización. Hace un par de años atrás, la animación se tendía a identificar con la audiencia infantil. Sin embargo, no hay que olvidar que, pese a la notoria primacía de filmes de superhéroes y/o de animación están orientados al este tipo de público, también hay películas del género hechas para jóvenes y adultos. Esto tiene su inicio efímero desde la II Guerra Mundial. Se da el gran desarrollo del cine de animación, que consolidó totalmente con los largometrajes de Disney y los cortometrajes de Warner Bros. 

Hay un cambio clave en la industria cinematográfica en el que todos sus sectores enfrentan a transformaciones –en los diversos géneros audiovisuales- profundas y notorias. Lo que se expresa en esta nueva etapa cinematográfica contemporánea es la nueva ola del cine en 3D. Ha sido, y eso lo sabe todo el mundo, que estamos ante un nuevo boom tecnológico. Esto demanda una plétora visual irreal con monstruos fantásticos como en El Señor de los Anillos o Piratas del Caribe, mundos sorprendentes como 300, Avatar o Alicia en el País de las Maravillas; y estos mundos son posibles gracias a los efectos de la nueva tecnología, que ha permitido cruzar la frontera de los géneros mencionados y convivir mano a mano y día con día con actores de carne y hueso. Es pues, una visión conjunta del uso transformado de películas en la primera década del siglo XXI, a través de películas filmadas en 3D.

Ante todo, nos encontramos con una dicotomía cuando se piensa en el cine es que si se puede hablar de arte o tan sólo de espectáculo. Cada bando pone sobre el tapete sus argumentos: los defensores del cine como espectáculo lo consideran como un mero entretenimiento desprovisto de cualquier pretensión intelectual, mientras que los defensores del cine como arte le atribuyen unos valores artísticos y un afán o voluntad de trascendencia. Por un lado, uno se caracteriza por utilizar efectos especiales y animaciones para su narración y, por el otro, se enfrenta más enfocado en el género del drama -ya sin muchos efectos- y que es la sombra del cine clásico hollywoodense que aún produce los grandes estudios para consumo masivo. Así, hoy por hoy nos encontramos con un cine más enfocado a efectos narrativos que aumentan la inmersión del espectador. El espectador es pasivo pero su aparato psicólogo trabaja activamente en recibir el cine de espectáculo como una nueva corriente o movimiento del cine de la posmodernidad del siglo XXI.

Drama vs. Sci-fi:

Confieso que el relato dramático me ha ofrecido varios de mis filmes favoritos como El ladrón de bicicletas, Los cuatrocientos golpes o El ciudadano Kane. Es pues, un género que le he tomado mucho cariño. Puedo decir que, hasta nuestros días, ha sobrevivido al boom tecnológico de la ciencia ficción. Por ende, el cine digital toma mayor relevancia en todos los procesos de la realización cinematográfica. En este contexto es posible hablar de la inmersión del espectador a un cierto producto mediático, aquí el filme, que determina tanto una actitud de recepción como también los caracteres de un medio. La percepción de la impresión del género de ciencia ficción juega un papel importante por la inclusión del espectador. La más exitosa inmersión se produce cuando todos los sentidos humanos son estimulados de manera que el usuario puede estar completamente concentrado en su nueva identidad y situación. Concluyendo que la realidad virtual produce y reproduce la inmersión, involucrando al consumidor en su mundo y dejándole pensar que está completamente adentro de la narración.

Me atrevo a decir, que disfruté mucho de la última película de Christopher Nolan –que ha sido la gran ausente en los últimos premios de la Academia-. Interestelar ofrece aquella exitosa inmersión de la que hablo líneas arriba. Pero, tiene secuencias dramáticas bien logradas, haciendo un híbrido entre estos tipos de géneros. Creo que para el espectador no fue fácil entender que, gracias a la evolución a la era digital y con la revolución de la información, se abrió una nueva gran laguna para la industria cinematográfica. Por lo tanto, sentimos en el cine un momento de realidad e irrealidad al mismo tiempo, solamente separado por un interfaz que representa un lugar de conexión entre estos dos mundos. Encontramos tanto la ficción metafóricamente representada así como el tiempo, el futuro como la ciencia representada en el espacio, la racionalidad transformada en nuevas tecnologías. 


Es obvio que estamos viviendo un cambio tecnológico al respecto de los medios de comunicación, en especial en el campo del consumo de filmes, que asimismo transforma la producción cinematográfica. En este contexto la estética fílmica está cambiando tanto al respecto de la narración como a la recepción. Los géneros quizás sean o no lo más afectados, el público sigue asistiendo al cine. Consume más cine que años pasados. Está el romance. El drama sigue y seguirá viviendo por su complejidad y su intensidad. Eso me deja tranquilo. Lo que si me preocupa es el estado del cine peruano. Tengo un sabor amargo ante el crecimiento del uso de la tecnología en lo cotidiano de las producciones nacionales o en la deshumanización de los géneros existentes en nuestro cine. Pero eso será motivo de otra oportunidad.