

Ante todo, nos
encontramos con una dicotomía cuando se piensa en el cine es que si se puede
hablar de arte o tan sólo de espectáculo. Cada bando pone sobre el tapete sus
argumentos: los defensores del cine como espectáculo lo consideran como un mero
entretenimiento desprovisto de cualquier pretensión intelectual, mientras que
los defensores del cine como arte le atribuyen unos valores artísticos y un
afán o voluntad de trascendencia. Por un lado, uno se caracteriza por utilizar
efectos especiales y animaciones para su narración y, por el otro, se enfrenta más
enfocado en el género del drama -ya sin muchos efectos- y que es la sombra del
cine clásico hollywoodense que aún produce los grandes estudios para consumo
masivo. Así, hoy por hoy nos encontramos con un cine más enfocado a efectos
narrativos que aumentan la inmersión del espectador. El espectador es pasivo
pero su aparato psicólogo trabaja activamente en recibir el cine de espectáculo como una nueva
corriente o movimiento del cine de la posmodernidad del siglo XXI.
Drama vs. Sci-fi:
Confieso que el
relato dramático me ha ofrecido varios de mis filmes favoritos como El ladrón de
bicicletas, Los cuatrocientos golpes o El ciudadano Kane. Es pues, un género
que le he tomado mucho cariño. Puedo decir que, hasta nuestros días, ha
sobrevivido al boom tecnológico de la ciencia ficción. Por ende, el cine
digital toma mayor relevancia en todos los procesos de la realización
cinematográfica. En este contexto es
posible hablar de la inmersión del espectador a un cierto producto mediático,
aquí el filme, que determina tanto una actitud de recepción como también los
caracteres de un medio. La percepción de la impresión del género de ciencia
ficción juega un papel importante por la inclusión del espectador. La más
exitosa inmersión se produce cuando todos los sentidos humanos son estimulados
de manera que el usuario puede estar completamente concentrado en su nueva
identidad y situación. Concluyendo que la realidad virtual produce y reproduce
la inmersión, involucrando al consumidor en su mundo y dejándole pensar que
está completamente adentro de la narración.

Es obvio que estamos
viviendo un cambio tecnológico al respecto de los medios de comunicación, en
especial en el campo del consumo de filmes, que asimismo transforma la
producción cinematográfica. En este contexto la estética fílmica está cambiando
tanto al respecto de la narración como a la recepción. Los géneros quizás sean
o no lo más afectados, el público sigue asistiendo al cine. Consume más cine
que años pasados. Está el romance. El drama sigue y seguirá viviendo por su
complejidad y su intensidad. Eso me deja tranquilo. Lo que si me preocupa es el
estado del cine peruano. Tengo un sabor amargo ante el crecimiento del uso de
la tecnología en lo cotidiano de las producciones nacionales o en la deshumanización
de los géneros existentes en nuestro cine. Pero eso será motivo de otra
oportunidad.